Viajero innato, heredé de mi familia la pasión por descubrir el mundo. Mi niñez, un mosaico de viajes, encendió en mí una chispa de curiosidad por las culturas diversas que adornan nuestro planeta. Me he enamorado no solo de las historias que cuentan los libros, sino de aquellas que susurran las calles, las que se pintan en los rostros y danzas de la gente.